Dices que no eres soberbio,
y te olvidas que la debilidad
no es de tu vida ajena,
pero al ver que saliste
del pozo ya no das perdón
ni tregua, caminas con Dios
por delante y pisando almas
enfermas y buenas.
Luz Elena Sepúlveda
Un poema aleccionante. Nunca la soberbia ha sido buena consejera. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarMuy bello
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